
Por Eduardo Lux, Coordinador, Cadaniño Santa Fe
Selvin es un niño de 12 años que vive con sus padres, Sandra y Carlos, y sus hermanos, Carlos de 8 años y Eleazar de 5 años.
Selvin ha estado en el programa por un año, pero su camino para llegar a Cadaniño es interesante.
En 2020, un año antes de ingresar, su madre vino a solicitar un lugar para él. En ese momento, no teníamos espacio disponible, pero tomamos su información y lo pusimos en la lista de espera.
Cada cierto tiempo, su mamá venía a visitarnos y preguntaba si se había abierto un cupo, pero como muy pocos de nuestros estudiantes abandonan el programa, no había disponibilidad.
Un día, mientras hacía compras en el supermercado, un niño comenzó a seguirme. Se acercó y me preguntó: "¿Es usted maestro en Cadaniño?"
Después de confirmar que sí, me dijo: "Me gustaría mucho estudiar en Cadaniño, ¿me daría una oportunidad? He estado esperando una oportunidad por tanto tiempo, quiero aprender y no le fallaré".
Me conmovió tanto su petición que decidí ver qué podía hacer. Le programamos una cita para evaluar sus conocimientos en áreas clave. Después de aprobar los exámenes con una puntuación perfecta, me contó que estaba seguro de que lo haría bien, ya que había pasado todo el fin de semana estudiando.
Ese fue el comienzo de una nueva etapa en su vida. Lo que antes era un sueño, ahora era una realidad. Ha estado en el programa durante un año y le está yendo increíblemente bien. Ha aprendido muchas cosas en computación, le encantan las clases de Biblia y está fascinado con las matemáticas.
Su diploma es uno de sus tesoros más preciados. Lo puso en un marco y lo muestra con orgullo en la entrada de su habitación.
Selvin ha aprendido a orar a Dios. Recientemente, me contó cómo Dios lo había bendecido: sus padres se casaron. Sus padres habían pasado por muchas dificultades, y por mucho tiempo parecía que no seguirían juntos, pero él oró por ellos, y ahora están unidos como familia.
Fue un día lleno de bendición para Selvin, y él puede ver que Dios nunca lo ha abandonado.
Una de las cosas que más disfruta es que toda su familia asiste junta a la iglesia para conocer más de Dios.